miércoles, 20 de abril de 2011

Ahora nadie me alimenta, diario de una paloma porteña.

En la actualidad referirse a las plazas de Valparaíso, nos genera reacciones diversas, ya no existe la concepción típica de un punto de encuentro de sociabilización entre los habitantes, el sentimiento se ha modificado, muchas de las plazas se han distinguido por su función, ya sea comercial, histórica, cultural, etc. Cabe considerar, en el contexto de Valparaíso como ciudad patrimonial, las plazas de mayor envergadura tales como Plaza Aníbal Pinto, Plaza Echaurren, Plaza Sotomayor, Plaza O´Higgins y la característica Plaza Victoria, todas ellas se caracterizan por su función histórica y gran peso cultural. Por ejemplo, para fin de esta publicación se ha trabajado con la Plaza Aníbal Pinto, la cual fue declarada zona típica y de protección en 1976 ya que corresponde a la unión entre cerro y plan. En otros términos esta plaza corresponde a un pulmón y un ecosistema dentro del plan, que permite a los turistas identificar parte de la biodiversidad de Valparaíso. Pero, ¿Es lo mismo que observan los porteños? A través de entrevistas locales, ha sido posible identificar cierto grado de desconformidad por parte de los habituales transeúntes, ya que se argumentan en distintos aspectos, en primer lugar, la feria artesanal dispuesta en el frontis (Av. Pedro Montt) prohíbe el normal paso y “encierra” a la plaza, aunque la feria temporal atrae transeúntes, los segrega de la plaza misma, en sí la plaza queda fraccionada, perdiendo la normal concepción de espacio abierto para la población.
Otro tema que se ha destacado y presenta desagrado para parte de los encuestados corresponde al mal estado de las bancas dispuestas, ya que hay pocos habilitados, lo que prohíbe detenerse de la rutina y disfrutar de las bondades de la plaza. Esta plaza se encuentra próxima a colegios y liceos, por lo tanto la reunión de adolescentes es habitual, lo cual genera molestias para la tercera edad que son el grupo etario que domina estos espacios públicos, y cierto porcentaje de turistas nacionales e internacionales, la reunión de adolescentes está ligada a gritos, risas, grupos, vicios, amoríos, en sí, un patio del colegio sin inspectores ni reglas, donde los “pingüinos” terminan de desarrollar los aspectos más prohibidos de su personalidad, y claro totalmente desagradable para los adultos mayores, que aunque tengan sus típicas “mañas de viejos” para cualquier transeúnte resulta un tanto intimidante.
De manera recurrente surgen las molestias correspondientes a la presencia de animales, en especial de perros vagos y las palomas, aunque a estas se les reconoce como altamente infecciosas, no son una molestia presente en la Plaza Aníbal Pinto, fundamentando tal afirmación en una pregunta de una transeúnte -¿Y, sin las palomas a quiénes les daremos las miguitas de pan?-. Bueno, continuando con los perros, aunque muchos generan lazos afectivos con los transeúntes o generan cierta simpatía al hacer un pequeño movimiento con su cola o si bien portan un collar que refleja su situación reproductiva, son para muchas personas portadores de plagas como las pulgas o enfermedades que los deterioran y desgastan en su aspecto físico, junto con la delicadeza que presenta el pasto para definirlo como baño y los árboles de nuestra porteña biodiversidad para determinar su perecido territorio.
Mucho más allá de los temas antes mencionados relacionados con la percepción de los transeúntes, hay una tendencia reconocida en Latinoamérica como una nueva organización de los espacios públicos urbanos, es una “nueva forma de organización real y simbólica de los espacios de la ciudad, como resultado de una manera diferente de vivir, pertenecer y de relacionarse con ella”. Es una idea de ciudad fraccionada llena de muros y límites donde los habitantes no sólo se pueden ver, sino que también no se reconocen como vecinos, a su vez, se entienden como espacios urbanos, aquellos que irrumpen una trama normal, un vacío entre las calles, donde cada quien hace lo que le interesa, o como a muchos, no les interesa hacer algo, con el paso del día, muchos de los trabajadores o estudiantes no están dispuestos a pasar el tiempo sentados en una plaza que por ser común de verla no presenta ningún interés perder unos minutos a diferencia de lo que sucede con la Tercera Edad.
De la mano va, con la inversión por parte de la Municipalidad en estos espacios deteriorados con el tiempo, muchas no tienen una función comercial, donde en el caso de serlo generaría beneficios económicos para la ciudad, sino es un espacio vacío, donde si ponen una nueva banca saben que con el paso de los días podría ser destruida, aquí se liga el sentimiento de pertenencia que motiva a las personas adueñarse y cuidar de las plazas, en muchas no hay un arraigo por parte de los vecinos, existe a su vez un sentimiento de miedo percibido de ser un espacio abierto sin rejas y de libre acceso donde perfectamente se puede estar compartiendo una banca con mi futuro asaltante, ¿me siento segura estando con él?, él no es mi vecino, no me siento identificada con él, mejor me voy, no quiero interactuar con él. Es así como el crecer de las ciudades, la diversificación de la población, la poca interacción con las otras clases sociales, van generando vacíos en estos espacios generados para que la población se relacione, es así como se pierden las identidades culturales arraigadas a un territorio, es así como los mismos vamos sintiéndonos en otros. El desafío planteado es el siguiente, generar un trazado eficiente y que estructuralmente, la Plaza Aníbal Pinto cumpla con los ritmos de la población, dejando espacios para todos los grupos etarios y que a su vez sea segura y atractiva.

miércoles, 6 de abril de 2011

Ocho Tesis sobre el Postfordismo


El postfordismo es entendido como el cambio en el modo de producción, integrando ciertos elementos que caracterizan el siglo en el que nos encontramos, por ejemplo la aplicación de nuevas tecnologías de modo trasversal, no sólo en los sistemas de producción, sino que en su publicidad y marketing, ahora es el consumidor quién decide qué comprar, no está sujeto a modas de ciertos estrictos que lo obliguen a consumir un determinado producto, por lo tanto el mercado debe ampliarse y abarcar la gran cantidad de demanda que existe, otro punto relevante que se generó posterior al cambio en la manera de producir corresponde a la feminización del mercado, la presencia de mujeres de manera más masiva, posibilita una amplitud de mano de obra donde las mujeres pueden especializarse en disciplinas no abarcadas por los hombres. Dentro de las tesis planteadas en el texto, se ha determinado para el análisis la tercera, en primer lugar contempla el postfordismo en donde hay un mercado finito ante la demanda que cada vez se hace más selectiva, imprevisible y su característica fundamental, es que se ha puesto mucho más variable. En este sentido la fábrica debe enfrentarse a una sociedad que no absorbe todo lo que produce, la estructura productiva tiene como misión adaptarse a los caprichos del mercado, entendidos como los cambios de actitudes, maquinaria, niveles de producción, etc. En la relación con la geografía el mercado actual es dinámico, móvil y diversificado, por lo tanto el postfordismo cumple las condiciones de la sociedad, a diferencia del fordismo donde todo se realizaba en líneas estratificadas de producción, la movilidad de los mercados permite una eliminación de los límites existentes, la concepción de la sociedad de los “no límites” permite, tanto que la oferta como la demanda se amplíe, es decir, que no hay un “producto estrella” que todos desean conseguir, ni menos un sistema de producción único, la integración de nuevas tecnologías ha permitido un desarrollo mucho más integro e interdisciplinario, donde no sólo se necesita un tipo de profesional en una empresa, sino un conjunto que posibilite un trabajo mucho más óptimo, regularizado y seguro.