Con el paso del tiempo la idea romántica de nuestros centros urbanos públicos, donde la accesibilidad y centralidad es vital se ha ido transformando, siguiendo los ritmos de la población, las plazas también se han visto afectadas por este dinamismo poblacional, ya no representando un espacio habilitado y disponible para el intercambio, aunque cabe hacer alusión que en como todo orden de las cosas existen excepciones, como es el caso de dirigirse a una plaza por fines turísticos o bien para hacer un alto a la rutina.
Muchas veces hemos pasado por una plaza y sentimos esa sensación de inseguridad, esa idea de no saber con quién estoy perturba muchas mentes ¿Será una sensación de poco arraigo con este espacio y su gente? Como hace alusión Castells “En términos propiamente culturales, lo local y los lugares se convierten cada vez más en trincheras de identidad”, considerando ello, se presenta en ciudades grandes como Valparaíso donde la diversidad cultural se hace altamente presente, ya sea por la población flotante, como estudiantes, trabajadores, turistas, entre otros; como también por el origen mestizo de la población porteña.
No es justo culpar a la Globalización de todos los fenómenos actuales, pero será que en la función y sentido de las plazas esta ha prohibido el encuentro ¿El hacernos una sociedad diversa prohíbe que se siga potenciando y creciendo nuestra cultura?. Aquí también es posible preguntarse ¿El otro me sirve? ¿El otro me ayuda en mi formación? O de manera más sencilla y despectiva ¿El otro es capaz de darme algo?. Desde el punto de vista del individualismo, yo no tendría por qué interactuar con alguien que no conozco o más bien no reconozco, la plaza es un lugar, un espacio público sin prohibiciones de ingreso por “facha” es donde puedo estar con alguien totalmente distinto a mi, desde el punto de vista del desarrollo personal a través de relaciones interpersonales resulta muy atractivo, a partir de un pequeño intercambio de palabras puedo conocer un nuevo mundo, ajeno a mi realidad, pero nuestro individualismo, con gotas de clasismo, prohíbe la anhelada interacción.
Otro de los espacios públicos, pero en este caso privado, corresponde a los malls, entendido como una articulación de un lugar creado con múltiples intensiones, apuntadas a satisfacer las necesidades del hombre, en este espacio, el hombre que se siente de un mayor nivel, se dirige a un típico paseo dominical, se siente entre los suyos, cabe destacar que estos también se diferencian por la proximidad a sectores urbanizados distintivos, pero aquí el padre de familia se siente más tranquilo que en una plaza, aquí hacen presencia los guardias, los vendedores que no “chiflan” ante la presencia policial, el hombre aquí dispone de un estacionamiento personal, libre de delincuentes. Pero claro ante cada circunstancia existen excepciones, ni los malls se salvan de la presencia de delincuentes, de individuos que con su sola presencia intimidan al padre de familia que confiado se dirije a este encuentro con el resto, donde su resto, en el que muchas veces ni siquiera hay un encuentro, sino el flujo económico otorgado por el consumo.
¿Será que estas articulaciones, se sea plazas o mal no permiten una sociabilización para con el otro, sino como el caso de los malls con los nuestros solamente o que las plazas al ser espacios abiertos permiten que la inseguridad domine el pensamiento de transeúntes?
En las últimas dos décadas ha surgido una instancia, un espacio público que ha suplido esa carencia identitaria, esa necesidad de conocer, sociabilizar, distraerse, en otras palabras de interactuar, correspondiendo al ciberespacio, donde los flujos de información son el elemento básico, Castells hace alusión a esto, generalizando los espacios existentes en tres temáticas; en primer lugar afirma la existencia del “Espacio de Flujos Instrumentales”, relacionándolo con lo planteado en los párrafos anteriores este espacio instrumental, corresponde a la plaza, situada de manera central en la configuración de la ciudad y con múltiples posibilidades de acceso, teniéndo aspectos de monumentalidad y expresión cultural típica; el segundo espacio se refiere al lugar en donde los habitantes se dirigen de manera esporádica, ya sea a comer o al popular “vitrineo”, haciendo una definición del concepto como el “Espacio de Satisfacción Personal”, aquí el individuo se siente parte de un todo entre sus pares; y por último se deduce la presencia del “Espacio de Sociabilización Neta” donde los riesgos y falencias de los anteriores se ven eliminadas, ya que este espació más bien instancia o lugar etéreo tomo sentido en las relaciones interpersonales en los distintos flujos de información.
Desde un punto de vista práctico y ejemplificador es hoy Facebook, un “lugar” dispuesto para la sociabilización, permite intercambiar experiencias, borrar las distancias, generar redes, expresar intereses, informarse, distraerse, ser amigo de famosos, saber quién es mi vecino y un sinfín de otras actividades que en la medida que se hagan de buena intención (representando el ideal) será un uso adecuado de este espacio, es por eso que la expresión “¿Juntemonos en Facebook?” no representa un absurdo, más bien es algo que los usuarios entendemos no como un lugar “no lugar” sino como que existe, porque lo vivimos, lo sentimos y lo vemos cada vez que ingresamos nuestra contraseña.
La presencia de tres espacios no prohíbe que puedan desarrollarse en su conjunto y porque se tiene de uno se debe prescindir de los otros, sino que la inserción de las personas en estos hace que los flujos sean mucho más interesantes, que sean más diversos aportando de distinta manera a la configuración tanto física como social de la ciudad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
y alternativas desde la Geografía y las ciencias sociales.”